Poesía de Octavio Paz
Octavio Paz
Por: Ennio Jiménez Emán
La obra de Octavio Paz signa una faceta de la escritura literaria y de la dimensión del espíritu poético en el siglo XX. El poeta mexicano supo exaltar los poderes de la palabra escrita creativa y a la vez dignificar la prosa reflexiva como un antídoto contra los modos lingüísticos prevalecientes en una época de clichés verbales, frases hechas, nuevas jergas y estereotipos del lenguaje influidos por los medios de masas y electrónicos cuyo magisterio se prolonga erosionando y devastando la escena cultural de nuestros días. Desde sus primeras incursiones líricas en el grupo literario "Taller" en su país natal, cuando la poesía era más actividad vital que "ejercicio de expresión", en contraposición al grupo "Contemporáneos", Paz fue un buscador de la esencialidad y la trascendencia poéticas y no del sello personal en la escritura de sus textos. Siempre estuvo interesado en la poesía como ejercicio espiritual, como algo con lo que se debe comulgar. Esto queda claro desde esas primeras producciones donde están presentes ecos románticos, modernos y un sello surrealista muy personal. Poemas como "Semillas para un himno", "El cántaro roto", o "Águila o sol" (1957) así lo evidencian.
También, la filiación bastante marcada en la lírica de Paz con la gran poesía erótica y amorosa universal, asumida como un proceso de autorevelación, supone "el rito de paso hacia una conciencia más alta" y está paradójicamente encarnada en la mujer en una polaridad de "fuerzas que atraen y aterran", ya que las mismas están consubstancial e íntimamente ligadas a la naturaleza. Incluso, es por eso que cree que: "El poder del amor reúne los dos polos opuestos que separa una resistencia igualmente fuerte". Todo ello expresado en una imaginería que Paz busca, en algunos textos suyos, unificar poéticamente en el maithuna o unión sexual, una de las cinco cosas prohibidas "que el Tantra sacraliza en su insistencia en la santidad y pureza", según esta particular concepción del hinduismo y el budismo tibetano. Precisamente su poema "Maithuna" deja ver: "Mi día/ en tu noche/ revienta/ Tu grito/ salta en pedazos/ La noche/ esparce/ tu cuerpo/ Resaca/ tus cuerpos/ se anudan/ Otra vez tu cuerpo".
También, la filiación bastante marcada en la lírica de Paz con la gran poesía erótica y amorosa universal, asumida como un proceso de autorevelación, supone "el rito de paso hacia una conciencia más alta" y está paradójicamente encarnada en la mujer en una polaridad de "fuerzas que atraen y aterran", ya que las mismas están consubstancial e íntimamente ligadas a la naturaleza. Incluso, es por eso que cree que: "El poder del amor reúne los dos polos opuestos que separa una resistencia igualmente fuerte". Todo ello expresado en una imaginería que Paz busca, en algunos textos suyos, unificar poéticamente en el maithuna o unión sexual, una de las cinco cosas prohibidas "que el Tantra sacraliza en su insistencia en la santidad y pureza", según esta particular concepción del hinduismo y el budismo tibetano. Precisamente su poema "Maithuna" deja ver: "Mi día/ en tu noche/ revienta/ Tu grito/ salta en pedazos/ La noche/ esparce/ tu cuerpo/ Resaca/ tus cuerpos/ se anudan/ Otra vez tu cuerpo".
En El arco y la lira están expuestas sus ideas sobre la poesía y el poema, las cuales se nutren precisamente de la tradición moderna de este género literario que arranca con precursores como Blake y Hölderlin; los románticos alemanes, y los franceses Nerval, Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé, Apollinaire, Breton y los surrealistas, dejando muy claro, como apunta Jean Franco, que el fin de la poesía no es sólo dominar las palabras y el tema, sino liberarlas y devolverles su magia primitiva. Sobre estas premisas, pues, su escritura intenta asentarse en la videncia y sus atmósferas líricas remiten a un ámbito alucinado y mágico donde también suele percibirse la poética creacionista y el tono huidobriano. Otras influencias de esa época son Michaux, Eliot, cummings.
Para Paz la poesía (la gran poesía, por supuesto) es una forma creativa capaz de trascender el tiempo y la historia. Su concepción del poema como una entidad arraigada en un presente perpetuo que trasciende épocas y edades, está patente en libros suyos como Salamandra, en el texto "Noche en claro": "El tiempo daba vueltas y vueltas y no pasaba/ no pasaba nada sino el tiempo que pasa y regresa y no pasa") y en Ladera este, donde a su vez se hace evidente la impronta de su encuentro con el Lejano Oriente. A partir de estos dos últimos volúmenes, sus textos se van tornando cada vez más impersonales, visuales, hasta plegarse a los lineamientos de la poesía espacial o "concreta", a la concepción del poema como un microcosmos verbal y a la de las palabras como signos en rotación, pequeñas constelaciones verbales sobre el soporte espacial de la página, donde los vacíos o líneas en blanco también son significativos, acusando afinidades con la estética mallarmeana y estampada en libros como Topoemas y Discos visuales. En este período Paz elabora un discurso escritural que tiene afinidades con la pintura y la música, creando de este modo una suerte de abstracto y dinámico surtidor de imágenes dotado de una gran carga poética.
Las "estaciones poéticas" de Octavio Paz, como las denominó la inglesa Rachell Phillips, podrían delimitarse así: las impresiones fundamentales de la niñez; un somero acercamiento de juventud a la poesía social, resultado de acontecimientos vividos en su país a raíz de la revolución mexicana y en España en plena guerra civil; su relación, inicial también, con los mitos prehispánicos mexicanos, buscando iniciarse en una visión sacramental que a la vez le propicie la trascendencia o la visión y acceso a otra realidad, de tal manera que en sus poemas tocados por el mito y lo sagrado se hace difícil establecer la distinción "entre la experiencia creadora y la religiosa".
De igual manera, la exploración simultánea orientada por el Surrealismo en esos mismos años, indagando en el subconsciente, simbólicamente le depara al vate mexicano "el renacimiento que en los mitos sigue a la muerte" y la integración de la personalidad. Posteriormente durante su estadía en la India, tanto en poesía como en ensayo, se nutre también de las fuentes de la religión, mitos y filosofía de ese país, intentando superar la bipolaridad dharma-karma encarnada en el samsara. El budismo mahayana y su concepción del Vacío (sunyata) le suministran el concepto de unión de los opuestos, buscando trascender la visión dualista entre el ser y la nada y así obtener iluminación (nirvana) y sabiduría (la "Sabiduría de la Otra Orilla" o prajna-paramita), partiendo entre otras cosas del concepto tradicional hindú de que la Nada puede "predicarse" en palabras. El poema "Sunyata" de Ladera este, lo expone así: "Al confín/ yesca/ del espacio calcinado/ la ascensión amarilla/ del árbol/ Torbellino ágata/ presencia que se consume/ en una gloria sin substancia". Paz busca entonces conectarse con la sacralidad de mitos y religiones ancestrales como la mexicana e hindú, porque, como escribe Phillips: "En estas sociedades la vida sólo es real en la medida en que es sacramental, es decir imitativa de los patrones originales de creación y orden que sacaron la existencia de la eternidad."
Octavio Paz, pintura de Gironella
Como ya expresamos, una buena parte de sus poemas también involucran experimentación textual, intentando superar las rígidas limitaciones lineales, discursivas o temporales de la palabra escrita, donde el poeta dibuja y diseña con las mismas y es el lector quien finalmente da sentido a los poemas. De paso, no deja de ser digna de interés y de tener en cuenta esta apreciación de Jean Franco sobre el parentesco de algunos aspectos de la lírica del autor mexicano con la del modernismo hispanoamericano, al puntualizar que: "Aún siendo muy diferente de la modernista, su poesía parece tener su origen en tensiones semejantes y estar construida a partir de una composición de imágenes, elementos, percepciones sensoriales primarias, colores, mitos dualistas que asumen el mundo visible."