sábado, 24 de marzo de 2012

Antolínez y la búsqueda del centro.
















Por. Ennio Jiménez Emán

Cuando leo el Diario de Mircea Eliade y cuenta sus investigaciones por casi cuarenta años en torno al mito, el símbolo y las imágenes de las diversas mitologías mundiales, de vez en cuando me viene a la mente el recuerdo de Gilberto Antolínez (quizás el Mircea Eliade venezolano), cuyos estudios sobre mitos y leyendas aborígenes de nuestro país (y de América) develaron brillantemente un mundo cultural rico y trascendente. Eliade afirma en el Diario que después de tantos años sumergido entre culturas y textos “primitivos” o “premodernos”, volviendo infinidad de veces sobre arquetipos, relatos de creación, dioses, constantes míticas, etc., su vida le había parecido dividida en etapas de una larga iniciación donde siempre le acecharon peligros, afrontados y superados, riesgos de perderse en oscuros laberintos donde se “arriesgaba a ser muerto, esterilizado”, pero siempre avizorando un centro. En fin fueron aventuras intelectuales y espirituales donde hubo mucho riesgo existencial. (…)Lo cual me recuerda de nuevo a Antolínez (quien era iniciado masón y gran estudioso del gnosticismo, la teosofía, la cábala). A mediados de los años 80 me confesó lo mismo durante algunas conversaciones que sostuvimos en su casa de la urbanización Coche y en la Biblioteca Nacional, en Caracas. Él sentía, igual que Eliade, que sorteando todos estos peligros y pruebas, debía sobreponerse. Tenía una meta que cumplir, acceder a un “centro” que le deparara una vida espiritual rica y plena. Y seguro que lo logró.

Texto tomado de mi libro Diario nómada. Ediciones Imaginaria. San Felipe, Yaracuy, Venezuela, 2002, pág. 133.

Fotografía: Oswer Díaz Mirelles, 1988. Derechos Reservados. De izquierda a derecha: Néstor Tablante y Garrido, Ennio Jiménez Emán, Gilberto Antolínez (1908-1998) en la conmemoración de los 50 años de la fundación de la Revista Nacional de Cultura. Lugar: Biblioteca Nacional de Venezuela, Caracas, 1988. Esta es quizás la última aparición pública de Antolínez en un evento cultural.

domingo, 18 de marzo de 2012

París.









Por: Ennio Jiménez Emán
Lutecia blanquinegra con tu piel de visón y tu tocado Lutecia enmohecida con tu corazón de rio pardo Ciudad vieja surgida de eras imaginarias Ciudad viajera con mil pisadas perdidas borradas en tu silencio Ciudad ataviada bajo la lluvia con tu historia renaciente de vetustas cornisas desconchadas París como una ruina luminosa maquillada con lujo anticuado París como un hechizo superficial y profundo París como un viejo souvenir grabado en el espejo del Sena París como una postal ancestral remojada en perfume nupcial París como una nostalgia imposible sacada de un portafolio onírico París con un collar de perlas ahorcando un escaparate París con un guante rojo dando vueltas en un carrusel París desaparecida en un pasaje desandando sus pasos en las vitrinas París como una feria de vanidades adornada con abalorios hippies París elegantemente ataviada burlándose de sí misma en una comedia de Molière París ensayando una mascarada en el Teatro de la Ópera París ahogada en champaña como una diva encantada y surreal París jugando a las cartas con su amante invisible París Dora Maar alocada y mareada bailando en el Molino Rojo su Can Can funerario París con su triste jaculatoria arañando la faz del crepúsculo París remendando sus techos y sus harapos usando una peluca laqueada de ceniza París con su piel de leopardo arrastrando negras cadenas por el Boulevard Haussmann París cavando su propia tumba en el Pére Lachaisse París como una gárgola pensativa enamorada de su propia sombra París con Voltaire y Rousseau sembrando huracanes literarios en el Café Procope París con Diderot y D´Alembert salmodiando oraciones sacrílegas en Saint Germain-des-Prés París fusilada en un vendaval revolucionario París leyendo su tarot mágico al Marqués de Sade en La Bastilla París decapitada en la Plaza de La Concordia París satanizada por Baudelaire París como un conjuro poético de André Breton París en la lejanía presagiando tormentas de Mayo Francés en el Boulevard Saint Michel París atravesada por un cuchillo de oro en un museo fantasma París renaciendo en eternos atardeceres pintados en infinitos cuadros París como una mujer de cien cabezas de Max Ernst París desayunando en la hierba con Manet y Monet pronunciando un abracadabra París amando al minotauro dibujado por Picasso París manchada de azul en una pintura de Chagall París desvaneciéndose delicadamente en un lienzo de Magritte París rondando el Campo de Marte con su maleta viajera y su paraguas apocalíptico París como un sueño interminable manando de una fuente del Jardín de Luxemburgo.
Fotografía de París: Ennio Jiménez Emán, 2011. Derechos Reservados